miércoles, 21 de marzo de 2012

LA DERECHA DE TODA LA VIDA

Hubo un tiempo en el que la necesidad de pasar página en la historia de España alentó bastantes amnesias indeseadas, algunos olvidos voluntarios y más que nada un dejarse llevar por los acontecimientos. Soportar durante 36 años la dictadura de Franco había sido un ejercicio lo suficientemente canalla como para mandar a paseo sin más los correajes fascistas, las invocaciones al "caudillo por Dios y por España" y a toda la parafernalia del régimen en cuanto su idolatrado jefe murió en la cama de un hospital. La extrema derecha quedó entonces huérfana y sin saber hacer frente al espíritu reformista de parte de la tropa, amamantada como estaba espiritualmente por la embajada americana en Madrid. La Unión del Centro Democrático fue un partido de ocasión, cierto, y cumplió su papel hasta donde pudo y le dejaron, pues es bien sabido que quien asume desde dentro el cambio de un régimen político difícilmente verá reconocido ese esfuerzo (Gorbachov, Othelo, Suárez...). La derecha española tardó en reaccionar, sobre todo porque un par de andaluces que habían amamantado la tradición socialista por los montes asturianos de Peñamayor fueron lo suficientemente inteligentes e intuitivos como para no dar ocasión a que los viejos dinosaurios del franquismo pudiesen imponer sus actitudes autoritarias y tronantes. Hubieron de pasar 14 años, toda una vida, hasta que una de sus jóvenes promesas, Aznar, que ni tan siquiera había votado favorablemente la Constitución democrática de 1978, pusiese en orden la casa. Triunfaron en las elecciones de 1996, sí, pero fue un tiempo muerto, una simple pausa; de hecho, una de las características más definitorias de la derecha española es ese carácter displicente que les hace levantar la mano de forma amenazante a la menor ocasión, no  tanto para asustar al oponente político como a sus propios correligionarios, a sus compañeros, a sus camaradas. La  bronca interna es su mundo (plagado de intereses) y es ahí donde se mueven con soltura. Por eso no entienden lo que significa el debate político democrático; tampoco las normas que lo sustentan, ya sea con respecto a sus oponentes políticos de la izquierda o a los medios de comunicación. Seguro que ustedes habrán leído como yo la noticia: en la actual campaña electoral al Parlamento asturiano, los dos partidos de derechas que nos acompañan reparten desprecios por doquier a la prensa escrita. El Foro inventado por Cascos no hace declaraciones a La Nueva España, mientras que La Voz de Asturias recibe doble desprecio: ni el Foro ni el PP quieren saber nada con sus páginas, con sus periodistas, con sus opiniones.   Eso sí, para que no decaiga la afición, y con vistas a que la parroquia no se aburra en exceso, se tiran puyas entre ellos, se lanzan pellizcos, intentan amagar y no dar, como si fuese un combate falso, previamente amañado por sus genes. Es la derecha de siempre, la de toda la vida, incapaz de poner los intereses generales por encima de los particulares, de sus orgullos, de sus intereses. Menos mal que en la izquierda existen otros modales,  otras formas y esperanzas. Un artista joven,  de la cuenca minera, Alfonso Zapico ha sabido retratar esa diferencia. Vean sino esta anatomía de un candidato.



anatomía de un candidato