jueves, 21 de febrero de 2013

UN VIEJO TEATRO: LAS FALSAS SOMBRAS CHINESCAS (I)

Ahora que la actividad política parece condenada al más duro de los desprecios, cuando no al vilipendio puro y duro, quizás resulte interesante acotar algunos "argumentos" que ayuden a entender lo que está pasando, sobre todo porque buena parte de quienes se apuntan al bombardeo indiscriminado no nos explican ni el origen de tanto desatino ni tampoco cuáles son sus alternativas a esa situación. Hombre cabreado, hombre obnubilado.
Hay un hecho incontestable: parte de las normas por las que nos hemos regido en España desde el año 1978 están entredicho. Y en ese sentido se apunta acertadamente hacia determinados aspectos de la Constitución vigente; también a los agujeros negros de la Transición política que llevó a este país de una dictadura fascista a un régimen democrático; sin olvidar el evidente anquilosamiento en el que se encuentran algunos de los que han sido ejes fundamentales del sistema durante los últimos 35 años, a saber, la Corona, los partidos políticos, los agentes sociales, y el sistema judicial. Ese diagnóstico puede servir sin duda para atisbar algunas soluciones parciales pero en modo alguno permite comprender en sus verdaderos términos qué es lo que está pasando, máxime cuando esa crisis política no es exclusiva de España y sí tiene en cambio unas claras connotaciones globales.

 LA DERROTA DE LOS PAÍSES DEL ESTE Y EL TRIUNFO DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL

 En ese sentido, el triunfo del poder económico neoliberal, máxime desde la caída del Muro de Berlín en el año 1989, ha permitido una total hegemonía de las fuerzas derechistas -proceso que se ha hecho harto evidente en la Unión Europea-, extremando sus actuaciones descontroladas para conseguir beneficios a corto plazo, incluso con la utilización de la guerra como negocio, y rompiendo con el equilibrio existente desde la Segunda Guerra Mundial gracias a los países defensores del Estado de Bienestar y a los partidos progresistas y de izquierdas que los apoyaban. Esa batalla, a la que en el aspecto ideológico no han sido ajenas las contradicciones de buena parte de la socialdemocracia europea, pero sobre todo la crisis económica que tuvo como punto de partida a las operaciones financieras especulativas estadounidenses (subprime) ayuda a comprender cuál fue el origen del camino seguido durante los últimos años hasta desembocar en el actual descrédito de la política.

 EL JUEGO DE LAS SOMBRAS Y LA MENTIRA POLÍTICA

 Y es que por debajo de la gran superesctructura que nos tutela, las fuerzas económicas internacionales cuentan con probos representantes que desde sus particulares cumbres (tantas veces borrascosas) llevan a cabo una función pedagógica indispensable para el buen resultado de los intereses que representan. Los más conocidos se llaman Cámeron o Merkel -como antaño lo fueron Thatcher o Busch- aunque también es verdad que muy cerca de ellos pululan otros más discretos, los llamados "técnicos", que son los que garantizan el buen funcionamiento del negocio y que incluso, llegado el momento, pueden ascender de categoría en la pirámide (Monti).
A medio camino entre los líderes políticos nacionales y esos bien amados técnicos "independientes", aún existe otro grupo de políticos igualmente derechistas, pero dotados de un lenguaje más aguerrido y pendenciero, y siempre dispuestos a la chanza y el escupitajo. Estos personajes tienen como característica común su desprecio por la verdad política, por la transparencia y por el respeto a las leyes, convirtiendo muchas veces a la democracia en un lodazal permanente, primero contra sus contrincantes políticos (ellos suelen llamarles "enemigos", utilizando así un lenguaje bélico), pero llegado el caso también contra sus propios correligionarios pues el ansia de poder que atesoran está muy por encima de cualquier asomo de ética. Son las mal llamadas "sombras chinescas".

 UN TÍPICO EJEMPLO ESPAÑOL: ESPERANZA AGUIRRE 

Ese juego de interponer las manos entre una fuente de luz y una pantalla cuenta en España con cualificados representantes neoliberales, cierto, pero pocas dudas hay de que Esperanza Aguirre, pepera de postín y tronío, ex ministra, ex senadora, y ex presidenta de la Comunidad de Madrid, es con mucho la más significada  de la tropa. A esta mujer le resultan divertidas las sombras chinescas porque la permiten jugar al gato y al ratón con quien le viene en gana, ya sean el enemigo izquierdista o los a su juicio melífluos dirigentes del partido al que pertenece. Solo José María Aznar y Mayor Oreja han rivalizado con ella a la hora de utilizar como arma política las descalificaciones, los insultos, y la más burda manipulación de las palabras con el único fin de mostrar su desprecio hacia los rojos en particular y a los discrepantes en general. La culminación excelsa de esa actitud teatrera innata, casi como un estreno de la nueva temporada, la llevó a cabo Esperanza Aguirre en septiembre del pasado año cuando en una puesta en escena digna de Pirandello, cercana al "Así es, si así os parece" montaje que "combina los estilos de la comedia, el drama, el teatro de tesis, filosófico, judicial, farsa, melodrama, tragedia y teatro clásico. Y todo ello genera que surjan oposiciones entre liberalismo y prefascismo, moralidad e inmoralidad, víctimas y verdugos, realidad y ficción, así como juicio y locura" (Ferrán Bono, dixit). Bien. Esperanza Aguirre anunció entonces con lágrimas en los ojos su marcha de la política, su renuncia "voluntaria" al poder, sin obviar ningún recurso ("Ustedes saben -dijo entonces- que tengo una enfermedad seria, de la que presuntamente estoy curada"). Pronto se vería que no era cierto, que todo era un juego de sombras, y que en cualquier momento volverá a estar presta para asaltar la Alcaldía de Madrid (su gran obsesión) o incluso La Moncloa.
Ciertamente, el juego de las sombras que tanto gusta a Esperanza Aguirre la ha permitido ocultar muchas realidades, y así bajo su manto crecieron durante años la trama "Gürtel", o el espionaje a muchos de sus consejeros, aunque también es verdad que ha sacado a pasear con frecuencia el desprecio más absoluto hacia la sanidad y la enseñanza públicas, y por supuesto al aún Presidente de los Empresarios madrileños y vicepresidente de la CEOE, Arturo Fernández, ese "modelo" de buen español de derechas que aún hoy sigue pagando con dinero negro a muchos de sus más de 2.000 empleados. Esa mezcla de falsedad e hipocresía, con el único fin de conseguir imponer sus criterios derechistas, cuando no sus ambiciones personales, en nada contribuyen a dignificar la actividad política democrática. Son sin duda la herencia que aún debemos de soportar de la cultura heredada del pasado dictatorial. Por cierto, Esperanza no lo sabe, pero los orígenes de su afición teatral también son falsos. Las sombras en las que tanto gusta moverse no son originarias de China, sino de Java.