viernes, 12 de abril de 2013

LA MONARQUÍA, LA REPÚBLICA Y EL HOMBRECILLO DE LA QUINTA DIMENSIÓN

LA INFANCIA RECUPERADA

De niño, llegada la noche, y sobre todo durante el invierno, en la casa de mis padres reinaba el aparato de radio colocado sobre la repisa de la cocina. Era pura magia, sí, sobre todo cuando comenzaba un serial en el que el llamado "Hombrecillo de la Quinta Dimensión" lograba trasladarnos a lugares lejanos, viajar por las galaxias, imaginando así una y mil aventuras de entusiasmo que chocaban a diario con una realidad dura, fría, plagada de silencios forzados, muy propia de la España de entonces sometida al franquismo.
Aquel aprendizaje para conseguir mundos paralelos, otras vidas que los ojos no ven pero que los sentidos llegan a intuir, y por supuesto recrear, me fue muy útil a largo de la vida. Un suponer, si por cuestiones de trabajo tenía que escuchar un largo discurso del prócer de turno, tantas veces inocuo, incluso mendaz, mi pensamiento conseguía resguardarse sin problemas en otros ámbitos más agradables mientras permanecía quieto, eso sí, con gesto atento, la mano en el mentón, como si nada.

LOS MEDIOS INFORMATIVOS

Últimamente, otra aplicación práctica de ese desvarío se ha hecho muy habitual en mi vida. Tiene que ver con las noticias que nos bombardean a diario desde los medios informativos, ese bla, bla, bla anunciando toda clase de males, que atenaza y frunce los ceños, que hace a la gente más desconfiada y rácana. En lo que a un servidor de ustedes respecta -y como bien saben los dos seguidores impertérritos de este blog al ser un asunto harto recurrente-, los que promueven esa táctica sibilina fracasan con estrépito: el bombardeo mediático me pilla siempre a destiempo porque leo los periódicos de papel con dos o tres días de retraso. Y así no hay manera de que me impresionen. Ojos que no ven, pies en polvorosa.

Y es que parto de un hecho contrastado: quienes difunden por tierra, mar y aire esas noticias atronantes no tienen en muchos casos ni repajolera idea del papel subsidiario que les toca jugar en la película, aunque también es verdad que a veces algunos se extralimiten en sus méritos con tal de acabar como vulgares mercenarios. Sea como fuere, evito matar al mensajero.
Porque si el verdadero problema son los mensajes, ese hit parade de la brutalidad que hoy nos deja sin respiración, un suponer, por los 105  asesinatos perpetrados en tan solo una noche de una estúpida guerra más alentada por la industria de armamento; la corruptela de 38 millones de euros escondidos por un cretino sinvergüenza en un paraíso fiscal; o las decisiones políticas que están dejando en el paro a más de 26 millones de personas en la Unión Europea, ese listado de maldades necesita  sin duda de un contrapunto, de una inflexión acomodaticia para evitar que la gente salga a la calle encolerizada y escorra a gorrazos a los corre-ve-y-diles de turno.

MAMA, COCO

Llegado a este punto,  cabe preguntarse ¿qué metodos utilizan entonces para anestesiar nuestras conciencias y voluntades? Y ahí es donde aparece el desvarío del que les hablaba antes. La ecuación que pulula por mi mente, heredera sin duda de aquellos tiempos del "Hombrecillo de la Quinta Dimensión", funciona más o menos así: Primero meten el miedo en el cuerpo a base de lanzar cada día media docena de malas noticias que logran paralizar a todo quisque y luego desvían la atención hacia otros ámbitos, casi siempre cercanos a lo virtual, que remiten al mundo del  espectáculo, al cotilleo, a esa basura comunicativa que encandila por igual al filósofo que se cree asediado en su caverna; a la joven peluquera que aspira a convertirse en "estrella de cine"; o al estudiante recién salido de la FP II que flipa al ver que los Matamoros, Belén Esteban, Mila Ximenez y compañía ganan más dinero en una hora de insultos a voz en grito en el "Sálvame" televisivo que trabajando él de tornero todo un año.

LA FAMILIA REAL

 Pese a todo, y afortunadamente, hay personas que logran ser inmunes ante la cataplasma-basura, es decir, gentes que aún conservan la capacidad de reflexionar y musitar quedamente para sus adentros:

-Meca..., si estoy en el paro o pasándolas canutas para llegar a fin de mes; si la vida según los informativos es puro vómito; y si el Gobierno del PP en vez de buscar soluciones no hace otra cosa que apretar y apretar hasta exprimir a la gente, comenzando sobre todo por los más débiles, entonces resulta que todo es una puta mierda y que habrá que hacer algo-.

¡Peligro! se dicen entonces los que tratan de controlar el cotarro, al tiempo que comentan al mandamás de turno:

- Gente que piensa, gente que se cabrea, gente que no está dispuesta a tragar con todo... mmmmmm... mala cosa, jefe-. 

Y es cuando como por arte de birlibirloque aparecen "otras" soluciones, "otras" posibilidades para canalizar la mala hostia y el cabreo tratando así de desviar el punto de mira. Un suponer, el rey, los Príncipes, una rubia a quien llaman Corinna,  los elefantes, las hijas o reinas madres que no se enteran de nada o los yernos trapisondistas. ¡Qué espectáculo! Años y años haciéndoles el rendibú, convirtiéndoles en "los más admirados", "los más queridos", y va ahora el personal y pone cara de sorpresa al "descubrir" que en la familia real española, además de ejercitar otras actividades varias, tienen líos de faldas y pantalones y hasta cagan y mean como todo el mundo. ¿El resultado? una caída en picado de su popularidad en las encuestas y que la gente no dude ya en mostrar indignación por las engañifas que protagoniza la familia real, convirtiéndoles así en el nuevo pim-pam-pum del circo patrio. El verbo hizo carne.

Ustedes sabrán disculparme pero en todo esto ¿no perciben una especie de rum-rum sospechoso, como si una vez más lo aparentemente "visible" y "evidente" no hiciesen otra cosa que esconder algo más "importante"? Así las cosas, ante ese, al parecer inevitable, ejercicio permanente de la duda recurro nuevamente al "Hombrecillo" del serial radiofónico y me voy por los cerros de Úbeda.

CONFESIÓN DE PARTE

Soy republicano. Y como en tantos otros casos del rojerío patrio, la aceptación sin entusiasmo alguno de la monarquía Juancarlista como mal menor fue consecuencia de la historia vivida, de los años de atraganto bajo el franquismo, y de la agitada Transición que los terroristas (ETA, GRAPO, la extrema derecha) convirtieron en un sin vivir, aunque luego se hablase de aquel periodo como de una especie de jijí, jajá, o sea, el paraíso por el que corrían rios de miel y los frutales daban oro, incienso y mirra. Mentira podrida, una vez más.
Es bien cierto que la vida de la familia real española ni me interesó ni me preocupó, si acaso en algunos momentos consiguió trasladarme hacia atrás en el tiempo, dada la densa y sobre todo reiterativa tradición de los Borbones por generar todo tipo de conflictos sin importarles las consecuencias. ¿Les resumo brevemente algunos antecedentes?:
-El melífluo Carlos IV vendió su título a Napoleón por una pasta gansa, mientras que su esposa Maria Luisa de Parma hacía, como era menester, lo que le daba la real gana.
-A Fernando VII le llamaban "El Felón" y con eso queda dicho todo.
-Maria Cristina, madre de Isabel, y regente de la corona, tuvo ocho hijos con un sargento de la Guardia Civil. ¿Y los negocios pecuniarios?: viento en popa, majestad.
-La misma Isabel disfrutó de amantes a tutiplén, siendo los más notables el general Serrano, a la sazón ministro de la Guerra, y el marques de Bedmar. La hija de Isabel, La Chata, consta aún hoy como "de padre desconocido".
-Respecto a los Alfonsos y sus atribuladas aventuras y desventuras -algún exilio incluido- punto en boca para no excederse en el contar, que sería mucho y poco edificante, pardiez.

LA EXTREMA DERECHA
Y LOS CORTESANOS

¿A qué viene pues ese "Ooooooh" de aparente sorpresa ante las multiples aventuras del rey (económicas, políticas, sexuales), la actitud silente de una reina conservadora como pocas, o las frecuentes meteduras de pata de buena parte de la familia? Que la monarquía es una antigualla histórica resulta evidente, otra cosa es que quienes lideran con entusiasmo su acoso y derribo sean la extrema derecha y ese pequeño grupo de "aristócratas y nobles" (sic) que tras el franquismo fracasaron en su intento de recuperar el papel de los antiguos cortesanos. Por favor, un poco de orden y no confundan, que una cosa es el republicanismo y otra el facherío soez y pestilente.
Aún y así resulta obvio que tras los últimos acontecimientos, los reyes de España, o quienes aspiran a sucederles, deberán someterse a un examen de grado permanente durante los próximos tiempos: debido a sus propios errores no tienen ya otra posibilidad. Y si llegado el momento los españoles consideran que la monarquía no responde a los intereses generales la respuesta es muy clara: referendum para optar entre una República democrática y la continuidad monárquica.
Como es público y notorio, hay sectores que no quieren ni oír hablar del asunto pero ¿de dónde nace y por qué se promueve esa especie de vértigo según el cual ha de verse como "inviable", "no conveniente" o incluso "peligrosa" esa posibilidad legal y racional? ¿no quedamos en que los españoles, tras casi 35 años de experiencia democrática, éramos ya mayores de edad? Pues que se note.
Siendo cierto que un sistema de gobierno basado en la República no garantiza por sí mismo la resolución de los problemas de los ciudadanos, no lo es menos que elegir mediante votación libre y secreta al Jefe del Estado indica madurez, compromiso cívico y sentido democrático. Así pues, menos lobos, Caperucita.

Dicho de otro modo: La Constitución democrática de 1978 reconoce en su artículo 1, punto 3, que la forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria. Bien. Nadie pone en duda que la Constitución necesita periódicamente cambios para adaptarla a las nuevas realidades (tal como se hizo no hace mucho tiempo por imposición de la Unión Europea). Bien. Llegados a este punto, y sin restarle un ápice al reconocimiento y respeto que a cualquier ciudadano pueda merecerle la monarquia por los servicios prestados, recupero de mis notas un breve texto que dice así:

 "Mi abuela Julia, la judía-extremeña, creía en el Dios que todo lo puede; mi padre, más dubitativo, solo confiaba en Alfredo Di Stéfano; y en esa deriva inevitable hacia ninguna parte, a mí solo me queda fiarlo todo al "hombrecillo de la Quinta Dimensión" y puesto que estamos en abril gritar: ¡Viva la República!"

¿Habrá quien entienda tanto desatino?