lunes, 17 de febrero de 2014

¿VUELVEN LAS MALAS COSTUMBRES?


Desde que ha comenzado a hablarse de las elecciones europeas, de los candidatos y de las encuestas de intención de voto, algunos amigos y compañeros de la izquierda intensifican la defensa de su espacio político, algo lógico, razonable y comprensible.
Ya no lo es tanto sin embargo que en vez de fijar sus críticas en la derecha, ya sea la que controla la Unión Europea a través de la Troika, o la española tutelada por el radicalismo reaccionario del PP, tengan como principal objetivo a los socialistas. En realidad, tal pareciese que el tiempo no pasa y seguimos aún anclados en las viejas discusiones sobre los bolcheviques y mencheviques, los revolucionarios y los socialtraidores, o lo que es lo mismo en la retórica de que hay una izquierda que está en posesión de la verdad absoluta y otra condenada a los infiernos por los ojos del búho.
Curiosamente, los mismos que ahora afilan sus dagas (electorales) contra el socialismo democrático europeo en otros momentos no dudan en admitir que es posible y necesario trabajar conjuntamente para hacer frente a la derecha; que no existe una única y excelsa izquierda y que arrieros somos y en el camino debemos encontrarnos.
Pese a las amnesias que periódicamente sufren algunos compañeros, así lo evidencian  día tras día los sindicatos UGT y CC OO; así ha sido también en muchos ayuntamientos -Gijón entre ellos-, en muchas comunidades autónomas -Andalucía, Asturias-, sin olvidar el ámbito del estado tal como ocurrió con determinadas leyes aprobadas por los gobiernos socialistas de Zapatero.
Vale que durante las (pre) campañas electorales sea necesario arengar a la familia; vale que exista un amplio margen para defender las ideas y propuestas propias; vale incluso ese rictus de autosuficiencia desbordante de pureza ideológica (sic) que algunos compañeros de la izquierda gustan de sacar a pasear; pero no estaría de más algo de contención y sobre todo decir con claridad que el contrincante político para los trabajadores, para los ciudadanos, es la derecha europea y sus radicales correligionarios españoles.
Y algo no menos importante: que después de estas elecciones (mayo 2014), y de las autonómicas y municipales (mayo 2015), y de las generales (cuando toquen), el trabajo en común en los sindicatos, en las asociaciones ciudadanas y allá donde sea posible, defender lo que nos une y no agrandar lo que nos separa seguirá siendo inexcusable.
Prudencia pues en el "decir" porque nos va mucho en el "hacer". Al fin y al cabo, como es bien sabido, el búho, símbolo totémico de la libertad en la antigua Grecia y en la Europa celta, permite ver detrás de las máscaras sobre todo cuando son temporales o simplemente oportunistas.