jueves, 18 de diciembre de 2014

ESCENAS COTIDIANAS

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Un retrato
Cuando la noche se hizo madrugada de luz de luna las voces catódicas comenzaron a repetir, una vez más, esa letanía inconexa fundamentada en el bla, bla, bla de quienes están convencidos de poseer "la verdad", da lo mismo si es política, cultureta, ecológica o futbolera. 

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Una invasión 
La torre de Babel que fue ocupando poco a poco la casa con sus terminales (ya vamos por las tres pantallas planas) ha convertido nuestras vidas -no las imaginadas, sino las otras, las auténticas, las que nos devuelven las televisiones-, en una mezcolanza de géneros que hace muy difícil salir indemnes de tanta batalla aparentemente incruenta. Drama y comedia intentan por igual ganar adeptos, dejando a cambio una ancha franja para la indiferencia, allí donde anida esa mayoría silenciosa que se ha acostumbrado a ahogar las emociones. 
                
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Un cúmulo de sentimientos 
Cuando abandono mi habitación fijo la mirada en la abuela, sentada en su butacón y atusándose el moño cada cuatro minutos con un tic de viaje exacto y limpio; luego en mi padre, que finge leer el periódico aunque esté como siempre con el rucu-rucu de su pensión, echando cuentas y pestes por igual. No veo a mi hermana, quien gusta de hacerse notar por la ausencia; y mi madre... ¿dónde estará mi madre? No es normal ver el salón tan vacío, pues falta hasta el gato, Tom, quien acaba siendo el refugio de todas las miradas cuando la televisión aburre más de lo normal. ¿De qué hablan hoy? pregunto, pero nadie contesta. Veo a un político que conozco y parece referirse a alguna tropelía del Gobierno. Otra más. Qué hartazgo.

                                                






jueves, 3 de abril de 2014

¿NO SOMOS NADIE? (O EL ESPÍA QUE LLEGÓ DE LA COCHINCHINA)

Los comunicólogos, los políticos y hasta el sursum corda se han puesto de acuerdo para darnos la chapa durante los últimos meses con un descubrimiento que al parecer les ha dejado atónitos: ¡nos espían! ¡alguien escucha nuestras conversaciones telefónicas, lee nuestros correos electrónicos y controla qué páginas web visitamos! ¡horror!.
¿Horror... u error? Tal vez deberíamos aclararnos. Y es que uno no deja de sorprenderse de tanto escándalo a cuenta de que un tipo llamado Edward Snowden decidió irse de la lengua (¡enhorabuena, chaval!) y contar al alto la lleva que la Agencia Nacional de Seguridad de los EEUU de norteamérica acumula información y conversaciones de millones -insisto, millones- de personas, y no porque el asunto no lo merezca sino precisamente por todo lo contrario, porque lo merece desde hace mucho tiempo, pero aquí algunas gentes preferían hacerse las despistadas como si los espías y la vigilancia ilegal fuesen cosas del cine. Ya saben, el agente 007 y emocionantes historias parecidas. Todo muy lírico.
¿De verdad usted se creía que NADIE le ha vigilado nunca? ¿que NADIE tiene datos privados que solo usted cree conocer? ¿que NADIE acumula información sobre lo que gana, cómo lo gasta, con quién se relaciona, si va de vacaciones, si viaje en coche o en avión, etc, etc? Dicho con toda crudeza: no puedo creerme que aquí todo el mundo estaba en Babia y hasta que Snowden el analista no decidió echarle cojones a la cosa y tirar de la manta, NADIE intuía ni por asomo que existen mil ojos y micrófonos que nos vigilan, auscultan, y a veces, en situaciones extremas se quitan el disfraz y hasta nos amenazan.

EL ESPIONAJE, JUNTO CON LA PROSTITUCIÓN,
ES UNO DE LOS OFICIOS MÁS ANTIGUOS
DE LA HUMANIDAD

Grábenselo en su cabecita: el espionaje existe en todos los países del mundo, y no precisamente desde hace cinco minutos, en un orden de prioridades que va desde la situación geográfica hasta la tendencia ideológica, pasando por los intereses económicos, la cultura imperante y un largo y tedioso etcétera. El enemigo es el enemigo y al amigo se le quiere pero por si las moscas también se le vigila. Algo así le dijo Obama a Angelina Merkel en su última conversación telefónica, interceptada, es de suponer, por  no menos de 253 espías y gloria a dios en las alturas, que ahora se espía mucho por el aire y conviene estar a bien con los que mandan allá arriba.
Y es que junto a los puticlús, los garitos de espías son posiblemente de los negocios más antiguos y estables de nuestra era conocida. Sin ir más lejos, nombres ilustres que hoy forman parte de la historia oficial supieron hacer frente a las revueltas, populares o familiares, qué más da, no solo gracias a los diversos dioses que pululan por ahí sino sobre todo gracias al papel del espionaje. Y qué decir de los negocios, del dinero, de cualesquiera poderes sin que importe que el continente sea Asia, Oceanía, África, Europa, América, o la Antártida.
¿Y qué decir de ese siglo XX, cambalache, en el que hermosas historias de espías dobles, y hasta triples, justificaron la pureza de la guerra fría y una literatura de misterio magnífica? El KGB, la CIA, la Stasi, el MI6, la OAS, y un largo etc de siglas jalonan historias que repartían generosidad, ideales, traiciones, soberbias, amores y asesinatos por doquier. La realidad y la fantasía, el morbo destructivo que el poder arrastra bajo sus pies y la capacidad de persuasión al servicio de ordenes invisibles.
¿Qué hacer entonces ante tamaño desatino?¿Cuáles han de ser nuestras armas defensivas?. Como primera medida profiláctica conviene aceptar lo evidente: que nos vigilan a todos sin excepción sea por tierra, aire o mar. Solo a partir de ese reconocimiento podremos intentar acumular la fortaleza necesaria para hacerles frente. No les oculto sin embargo que en lo que se refiere a la forma de organizar la lucha contra el cabronazo del espía invisible de turno ya es asunto particular de cada uno pues nadie podrá garantizarnos nada al respecto, ni tan siquiera seguros El Ocaso, la patria, o Juan Alberto Perote, nuestro espía/traidor más reconocido.

LA VECINA DEL CUARTO,
LAS GRABACIONES DE LOS SECRETAS,
Y EL ESPÍA DEL FACEBOOK

Así las cosas, y puesto que quizás he contribuido en exceso a provocar su inquietud, les remito a dos experiencias vividas en tiempos pretéritos y una más reciente.
La primera, plenamente amateur, viene de cuando tenía doce años y mi vecina del cuarto piso, segundo A, no hacía más que vigilarme por ver si cometía actos impuros contra el sexto mandamiento. Ella aparecía de pronto tras la penumbra de la escalera y yo le gritaba:
-¡Maruchi, gocha, dimite, que el cura no te admite!-
El segundo, más profesional, procede de cuando descolgabas el teléfono fijo en tu casa, comenzaban a oírse ruidos extraños y a tenor de la experiencia llegabas a la conclusión de que "alguien" pretendía escuchar, y posiblemente también grabar tus palabras. Para un periodista adscrito  al rojerío clandestino y tal, las dudas eran pocas: la policía secreta, los llamados "sociales", pretendían saber con quién y de qué hablabas. A veces, al espía se le iba la mano, o la tecla, rebobinaba mal la cinta casette y hasta podías escuchar tu propia voz en alguna conservación anterior. Esa certeza creaba hábito así que al menor síntoma gritabas: "!ya sé que estáis ahí, cabrones!¡hijosdeputa!" y te quedabas tan satisfecho.
¿Han cambiado en algo las cosas? pues sí, pero para peor. Ahora no hay escapatoria y hasta te venden en la tienda de la esquina, barato, barato, unos receptores muy majos para escuchar conversaciones en dos kilómetros a la redonda. Y por internet ni te cuento. Hace un mes le di al "Me gusta" a un comentario crítico sobre un asunto intrascendente en el Facebook y a los pocos días me llegaba el correspondiente mensaje: que sepas que te leemos, que sepas que estás vigilado, que sepas que no nos gustan algunos "Me gusta" tuyos. Pues vale. Lo único que me gustaría saber es si el espía que me ha tocado en suerte tiene rasgos asiáticos, más que nada para gritarle si tengo ocasión: ¡Anda y vete pa la Cochinchina!.
Por cierto ¿qué habrá sido de Edward Snowden? pues hace ya varias lunas que nadie habla de él. Pobre. Mejor buscaba una alianza, secreta, claro, con dos artistas tan reputados en el gremio como Mortadelo y Filemón.








lunes, 17 de febrero de 2014

¿VUELVEN LAS MALAS COSTUMBRES?


Desde que ha comenzado a hablarse de las elecciones europeas, de los candidatos y de las encuestas de intención de voto, algunos amigos y compañeros de la izquierda intensifican la defensa de su espacio político, algo lógico, razonable y comprensible.
Ya no lo es tanto sin embargo que en vez de fijar sus críticas en la derecha, ya sea la que controla la Unión Europea a través de la Troika, o la española tutelada por el radicalismo reaccionario del PP, tengan como principal objetivo a los socialistas. En realidad, tal pareciese que el tiempo no pasa y seguimos aún anclados en las viejas discusiones sobre los bolcheviques y mencheviques, los revolucionarios y los socialtraidores, o lo que es lo mismo en la retórica de que hay una izquierda que está en posesión de la verdad absoluta y otra condenada a los infiernos por los ojos del búho.
Curiosamente, los mismos que ahora afilan sus dagas (electorales) contra el socialismo democrático europeo en otros momentos no dudan en admitir que es posible y necesario trabajar conjuntamente para hacer frente a la derecha; que no existe una única y excelsa izquierda y que arrieros somos y en el camino debemos encontrarnos.
Pese a las amnesias que periódicamente sufren algunos compañeros, así lo evidencian  día tras día los sindicatos UGT y CC OO; así ha sido también en muchos ayuntamientos -Gijón entre ellos-, en muchas comunidades autónomas -Andalucía, Asturias-, sin olvidar el ámbito del estado tal como ocurrió con determinadas leyes aprobadas por los gobiernos socialistas de Zapatero.
Vale que durante las (pre) campañas electorales sea necesario arengar a la familia; vale que exista un amplio margen para defender las ideas y propuestas propias; vale incluso ese rictus de autosuficiencia desbordante de pureza ideológica (sic) que algunos compañeros de la izquierda gustan de sacar a pasear; pero no estaría de más algo de contención y sobre todo decir con claridad que el contrincante político para los trabajadores, para los ciudadanos, es la derecha europea y sus radicales correligionarios españoles.
Y algo no menos importante: que después de estas elecciones (mayo 2014), y de las autonómicas y municipales (mayo 2015), y de las generales (cuando toquen), el trabajo en común en los sindicatos, en las asociaciones ciudadanas y allá donde sea posible, defender lo que nos une y no agrandar lo que nos separa seguirá siendo inexcusable.
Prudencia pues en el "decir" porque nos va mucho en el "hacer". Al fin y al cabo, como es bien sabido, el búho, símbolo totémico de la libertad en la antigua Grecia y en la Europa celta, permite ver detrás de las máscaras sobre todo cuando son temporales o simplemente oportunistas.


jueves, 30 de enero de 2014

ANTE EL INMINENTE VIAJE DEL TREN DE LA LIBERTAD: Recordatorio (triste) de un aborto clandestino


Recuerdo una tarde gris de invierno en la que la lluvia golpeaba con estrépito sobre el asfalto hasta tal punto que el Seat 600 en el que viajábamos más que coger velocidad en las rectas parecía desplazarse por una pista de agua. 
- "Fusssssssssssssssss... Fussssssssssssss... Fussssssssssssss...

Teníamos prisa en llegar a casa porque la visita anunciada apenas una hora antes llegaba por sorpresa y nadie parecía recordar si se habían hecho las camas (seguro que no), recogido los tazones del desayuno de la mesa (tampoco), ni tan siquiera si quedaba algo de carbón para encender la cocina. Y es que hacía frío, mucho frío.

- Un desastre... - musitaba Luisa
- Si, sí, un desastre...- ratificaba Amparín, su amiga del alma, arrebujada en el asiento de atrás del coche

Vivíamos entonces a pleno atraganto, cierto, asistiendo a asambleas en la Universidad (que casi siempre acababan disueltas por la policía a la carrera y tolete en ristre); trabajando en la redacción del periódico y de la radio (cuando te dejaban); asistiendo a las reuniones de la "célula" (obligatorio); escribiendo y lanzando panfletos con una multicopista que te dejaba las manos pringadas de tinta;  y si era el caso encontrarnos con los amigos en el bar frente a un vino blanco caliente y con azúcar porque el presupuesto no daba para mucho más.

-Venga, cuéntanos ¿qué se sabe de Franco? ¿palma o no palma?- preguntaba Juanfer con su desapego habitual
-Alguien escuchó en radio París que ya murió el raposu pero los muy cabrones no dicen nada. Seguro que quieren frenar la revolución- Ángel era como el correo del zar, eso sí, en plan cuenca minera
-Pero qué revolución ni qué ocho cuartos... no lo dicen porque no saben qué hacer. Estos fascistas de mierda están tramando algo, seguro, ya lo veréis- Sentenciaba al fin el jefe de la célula

Y si la noche resultaba propicia aquella conversación acababa saltando por encima de nuestras ansiedades y miedos -¡eran tantos!- alargándose hasta la madrugada, primero en el piso de algún amigo, luego por la calle desierta, y al final en el salón de la casa en la que vivíamos, refugio ocasional al fin de amantes primerizos, de adulterios inacabados, y de conspiraciones que cuando alcanzaban su clímax hacían temblar al mismísimo Vladimir Ilich Lenin. 

Pero aquel día de tormenta todo cambió de pronto al pedirnos  ayuda urgente una amiga que era comadrona  -se llamaba Lilí, bien lo recuerdo- para socorrer a  una persona desconocida y de la que únicamente sabíamos que había llegado hasta nuestro pueblo para abortar tras largas horas de viaje desde Galicia. Cuando aquella joven entró en nuestra casa la operación ya se había realizado una hora antes en otro sitio para mí desconocido y su rostro era una mezcla de dolor y abatimiento. Luisa y su amiga la ayudaron a acostarse en la cama de la habitación azul y allí quiso quedarse toda la tarde/noche/madrugada, sin pedir nada, sin quejarse, sola. Al día siguiente un tipo vino a buscarla y ella, tras darnos las gracias, esbozó desde la puerta una sonrisa que no logró desprenderse de la tristeza. Nunca más volvimos a verla.                                                                


 [Este relato se corresponde con los hechos ocurridos en el otoño de 1975 
en el barrio de Bédavo, en El Entrego (Asturias). Nunca pude olvidar a aquella joven que hubo de recorrer muchos kilómetros para abortar clandestinamente, arriesgando  su salud, confiando en desconocidos pero temiendo que alguien la descubriese. Los abortos clandestinos llevaban aparejada entonces la pena de cárcel para quienes eran considerados sujetos directos o cómplices. Franco murió pocos días después, el 20 de noviembre, y una vez llegada la democracia la mujer recuperó derechos perdidos muchos años antes tras el levantamiento fascista contra la República española. 

Tal pareciese que los herederos de aquella carcundia lo único que pretenden ahora es recuperar el viejo y casposo estilo de sus antepasados]





El dibujo de apoyo al Tren de la Libertad que sale de Asturias rumbo a Madrid, y que acompaña al comentario, fue realizado por Alfonso Zapico, asturiano de Blimea y Premio Nacional de Cómic 2012.