viernes, 8 de abril de 2011

NINA

Sabíamos que en este mes de abril llegaría Nina, cómo no, del París de la Francia. Y con ella la saga de los Marcos pudo reir, llorar, y hasta dulcificar sus arrugas. Ella, Nina, aún no lo sabe pero en su ADN figura un rastro viajero, inmigrante, mestizo, que desde hace siglos transita por fronteras invisibles. Puede que un día alguien pueda contárselo.

jueves, 7 de abril de 2011

EL BAILE DE LOS MALDITOS

UNO
Un inmigrante ilegal -previsiblemente senegalés, como mi hermano Mohamed- reparte pequeños papeles blancos en la calle. Con letra apretujada, urgente, las misivas resumen ese estado de desesperanza que viene arrasando todo, para concluir luego en una advertencia: solo acudiendo a la pitonisa podremos combatir la incertidumbre. Sin tiempo para reaccionar me doy la vuelta y el inmigrante ilegal tiene ya extendida su mano.

DOS
Un arzobispo católico, apostólico, ¿y romano?, habla ante un público sumiso que le ríe las gracias  y le perdona las desgracias. Dice que "El dinero, el sexo y el poder son los nuevos dioses". ¿Nuevos?. Su iglesia, que antes también fue mía, atesora gran experiencia sobre todos esos asuntos terrenales. Pero el arzobispo católico, apostólico, ¿y romano?, parece ignorarlo. O lo que es peor, pretende ocultarlo.

Y TRES
Suena el viejo teléfono fijo que áun sobrevive en la casa y nadie se atreve a descolgarlo. ¿Quién será?. Pero cada cual sigue a su afán, salvo el perro que tras ponerse en pie parece pedir permiso con la mirada, como diciendo ¿puedo descolgarlo yo?, pero nadie le hace caso. Menuda historia la de un perro hablanco por teléfono.

viernes, 1 de abril de 2011

DESCONCERTADO

Cuando comparto pitanza con viejos amigos, llegado el momento de las confesiones suelo recurrir a un truco para desconcertarles aunque solo sea por unos breves segundos. Les digo:
-"...pues sí, mientras intenté ser ideólogo las cosas me fueron fatal..., abundaban las broncas, los malos modos y hasta los silencios ofendidos, pero mira, desde que me hice intelectual todo cambió. La gente parece respetarme y hasta se muestran más amables cuando cometo uno de mis muchos errores... sí, sí, esto de convertirme intelectual me cambió mucho la vida".
Los viejos amigos me miran entonces de soslayo, esbozan alguna que otra sonrisa, dejándonos perder luego por otros vericuetos.