Inicialmente lo hacen contra las pretensiones políticas del presidente Erdogán, entre las que destacan una serie de medidas que responden al ideario del islamismo conservador turco: más espacios públicos para la religión; menos consumo de alcohol; vuelta a la intolerancia con las minorías étnicas pero también con mayorías como las que representan las mujeres (no digamos ya contra las lesbianas y prostitutas); desprecio al sindicalismo; y sobre todo, temor ante la actitud reivindicativa de los jóvenes laicos pertenecientes a la clase media urbana.

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