miércoles, 9 de mayo de 2012

POEMA ESTRAPERLISTA

La sequedad de las tierras del sur, allí donde los conejos silban tangos a media tarde, forma parte de la cultura que amamantaron muchos judíos sefarditas, entre ellos el abuelo Pedro, anarquista de primera hora y amante impenitente del vino peleón. Sus vástagos hicieron honor al pasado viajero -la trashumancia marcó tendencia, que dirían los chicos fashion- y la dispersión pasó a ser lo único real de un mundo extraño en el que la barbarie solo quedaba oculta durante las noches de invierno cuando el frío hacía imposible la batalla civil y fratricida. El hambre pasó a ser el santo y seña. Aún hoy miro a veces de soslayo por el espejo retrovisor del coche en las noches sin luna como temiendo la aparición de un rostro imprevisto, algún espectro de ese pasado quizás, mientras los dos focos de luz que hacen de vanguardia automovilista pugnan con una oscuridad inasible y rauda, mezcla de las ensoñaciones y certezas que alguien me regaló un día y que llevo prendidas en el forro de tul barato. Las noches salvajes quedaron atrás. Y en eso que llega una tormenta de nombres: Bankia, Rodrigo Rato, Luis De Guindos, un tipo al que llaman MAFO, y sobre todo otro de apellido que me remite a los años de juventud por el barrio viejo de Bilbao: Goirigolzarri, un tipo que a decir de las malas lenguas se fue no hace mucho de un gran banco con un retiro menor: 68,7 millones de euros (11.404 millones de pesetas). No se habían ido, creo, pero por si acaso ya es más que seguro que aquí están de vuelta. ¡Viva el estraperlo!

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