jueves, 3 de mayo de 2012

EL PESIMISMO COMO SÍNTOMA

Hay certezas que uno puede defender en todo momento y lugar, a saber: que las estrellas se hacen enormes bajo el cielo del mar Egeo más allá de las noches de verano; también que quienes destilan odio tan solo pretenden robarnos la esperanza. Primero Grecia. Cuando faltan tan solo dos días para que se demuestre una vez más hasta dónde puede llegar la capacidad de aguante de un pueblo, tan solo una constatación infame: ningún dios del Olimpo parece dispuesto a apiadarse de ellos. Ya ocurrió otras veces a lo largo de la historia griega, cierto, pero ha sido durante los últimos años cuando ese contraste entre lo vivido y lo imaginado, el quiero y no puedo, la razón y la estulticia parecen haber arrasado con todo. Los banqueros alemanes miran entre tanto expectantes las cuentas de resultados, y sus corre-ve-y-diles educados en el neoliberalismo cruel y pendenciero tan solo llegan a esbozar un rictus de desagrado. ¿Estrellas que titilan a lo lejos?¿cielos sobre el Egeo?¿Petros Markaris?...¿Qué es eso?, se preguntan. Segundo Francia. Aún mantengo en mi retina ese gesto pedante de un irritado Sarkozy echando pestes la otra noche en la televisión al comprobar que el socialista François Hollande no se dejaba intimidar por su verborrea derechista. ¿La premonición de la derrota politica? Tal vez. Quizás necesitemos más que nunca un hálito de esperanza, algo a lo que asirnos, un revolcón, qué más da, el caso es evitar este estropicio del que Sarko, Merkel, Cameron y compañía son los abanderados (Rajoy y Monti no son otra cosa que simples mayordomos timoratos). También el domingo será en Francia un día muy especial: habrá que derrotar el pesimismo como síntoma, sí

No hay comentarios:

Publicar un comentario