viernes, 12 de marzo de 2021

 Músicas

Una hermosa y emotiva canción


dedicada a los mineros 


fue el primer éxito 


de los Bee Gees

 

Por Pedro Alberto Marcos

 

El canal de televisión ARTE dedicó recientemente uno de sus documentales al grupo musical Bee Gees, formación creada por tres hermanos, Barry, Robin y Maurice, nacidos en el Reino Unido, que gozó de gran popularidad durante las últimas décadas del pasado siglo gracias sobre todo al éxito conseguido con la banda sonora de la película “Fiebre del sábado noche” (Saturday Night Fever) en el año 1977, impulsando a partir de entonces la conocida como “música-disco”. Aquel renacer de sus cenizas permitió al grupo recuperarse de algunos fracasos anteriores tras haber triunfado en los años sesenta siguiendo la estela de los Beatles. De “Fiebre…” se vendieron 30 millones de discos convirtiéndose así en la banda sonora de más éxito en la historia del cine.

Tras situarnos en aquel escenario temporal no está de más recordar que la industria discográfica ya vivía por entonces condicionada por el marketing, los representantes publicitarios y el papel propagandístico de los medios audiovisuales, incluido el mentado cine, pero sobre todo la radio y la televisión. La imagen de una juventud contestataria, de noches sin fin en las discotecas, con drogas y alcohol a raudales, y sus pantalones de campana (en España, más animalistas, preferíamos la opción de los “pantalones de pata de elefante”) se complementaba con chaquetas de grandes solapas y vivos colores. Era sin duda una rebeldía festiva dentro de un orden pero también paralela y a veces complementaria de otras más comprometidas que alcanzaron diversos escenarios, ya fuesen en las calles de Paris en aquel Mayo del 68 (aunque tarde, los jóvenes airados descubrieron que bajo los adoquines no estaba la playa) o en la plaza de Tlatelolco, en México, tan solo cinco meses después. En Pekín los jóvenes estudiantes aún tuvieron que esperar a 1989 para organizar su propia rebelión en la plaza de Tiananmén pero es bien sabido que en la siempre hermética República Popular China el discurrir del tiempo es bien distinto al que se vive en los países capitalistas occidentales.   

Pero no desviemos la cuestión. Comentaba líenas atrás la similitud que parecía existir entre las primeras músicas de Bee Gees y las de los Beatles y el asunto tiene su pequeña historia, que además puede interesar muy especialmente a los amantes de la cultura minera. En el año 1967 el grupo grabó una canción titulada “New York Mining disastre 1941” en la que un trabajador de las minas habla del accidente provocado por un derrabe en el que podría perder la vida:

 

    “En el caso de que algo me suceda

     hay algo que me gustaría que todos vieran

     es sólo una fotografía de alguien que conocía”

 

Cuando el disco lo enviaron a las emisoras de radio para su promoción, los Bee Gees escondieron su nombre bajo una portada blanca en la que solo figuraba el título de la canción, “Desastre minero, 1941, New York”. ¿Qué ocurrió? Que muchos pinchadiscos creyeron que en realidad era una estratagema de los Beatles para conseguir un nuevo éxito, lo programaron hasta el hastío, y acabó convirtiéndose en un éxito rotundo tanto en el Reino Unido como en los Estados Unidos de Norteamérica. Todo un puntazo que acabaría llevando a los tres hermanos Gibb a disfrutar de una intensa etapa de éxitos. Sus discos y actuaciones gozaban del apoyo de un público joven que vivía intensamente los cambios generacionales de la época. Y pese a que a ellos les encantaba la nueva situación, considerándose ya estrellas del cielo musical, resulta que el agite era tan intenso que pronto comenzaron a necesitar un descanso, parar, no caer en el agotamiento absoluto y por tanto en la incapacidad de seguir creando músicas. Y pararon de actuar, sí, y de correr de estudio en estudio haciendo promoción, de visitar una tras otra más de trescientas ciudades, pero no pararon en cambio de hacer canciones, de seguir componiendo; de hecho, gracias a ese distanciamiento potenciaron mucho y bien sus trabajos para otros artistas con los que siempre habían colaborado desde muy jóvenes. Una de sus primeras composiciones tras el éxito de “New York mining disaster 1941” fue para Otis Redding, el ya entonces rey del soul y del rhythm and blues titulada “To Love Somedoby”, pero la tragedia surgió de pronto con todos su esplendor: un mes después de crear esa música, Otis fallecía en un accidente aéreo (el afroamericano nacido en Georgia tenía tan solo 26 años), por lo que decidieron grabarla logrando así su segundo triunfo en las listas de discos. 

Durante la segunda etapa, la del bajón sicológico por el cansancio y prudente semiretirada, a la lista de colegas que interpretaban las canciones de Bee Gees se añadirían otros muchos intérpretes, desde Kenny Rogers a Dolly Parton, sin olvidar a Diana Ross, Barbra Streisand, Cliff Richard, Olivia Newton John, Tina Turner, Paul Anka  o la siempre magnífica e inolvidable Dionne Warwick. 

Los Gibb se mantuvieron unidos como grupo musical hasta el año 2003, cuando murió el primero de los hermanos, Mourice, a quien seguiría en el 2012 su hermano gemelo Robin, así que al final el único resistente es Barry, el mayor de los tres. Para entonces, los Bee Gees ya habían vendido más de 200 millones de discos.

El documental del canal ARTE dedicado a las leyendas del rock que podéis ver a continuación (está disponible hasta el 31 de mayo de este año), así como otras músicas añadidas que pueden encontrarse en You Tube, permiten un mejor y más completo conocimiento sobre lo que fueron y significaron aquellos tres hermanos que en un entorno familiar muy favorable comenzaron a cantar y componer desde muy niños. 


https://www.arte.tv/es/videos/100175-004-A/bee-gees/

















 

 

 

 

 

 

 

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