jueves, 14 de julio de 2022

 COSAS DE FAMILIA


HOY SE CUMPLEN 73 AÑOS DE LA GRAN TRAGEDIA MINERA 

EN EL POZO MARÍA LUISA

  Pozo María Luisa (Langreo) 


Por PEDRO ALBERTO MARCOS

Poco antes de las siete de la tarde del 14 de julio de 1949 un accidente en el pozo Maria Luisa (Ciaño de Santa Ana-Langreo), perteneciente a la empresa Duro Felguera y situado en la cuenca minera asturiana del Nalón, provocó la muerte de 17 trabajadores, el mayor tenía 49 años y el menor tan solo 16. 

Los nombres de los fallecidos eran Julio Arizabalaga Antuña, 49 años; Graciano Montes Ardura, 49 años; José Adolfo Valles Fernández, 42 años; José Santín Sánchez, 41 años; Eugenio Menéndez García, 39 años; Manuel Tresguerres Suárez, 35 años; José Torre González, 24 años; Manuel Suárez Suárez, 24 años; Manuel Iglesias Montes, 24 años; Amador Campal Alonso, 23 años; Amalio Fernández Montes, 23 años; Fructuoso Aspírez Gómez, 23 años; Anselmo García Vallina, 22 años; Francisco Carballo Fernández, 22 años; José Rodríguez González 19 años; José Manuel González Bernardo, 18 años y Ángel Paulino Suárez Nava, 16 años. 

El grisú fue la causa del accidente ocurrido a 200 metros de profundidad. Pasadas las seis de la tarde de aquel fatídico día, un barrenista recibió la orden de preparar el disparo de dinamita entre las capas “Vieja” y “Carbonera”, lo que provocó la explosión del grisú acumulado en las galerías y el derrumbe parcial de las mismas. Los mineros más jóvenes se encontraban en el taller de la galería y fueron las primeras víctimas al morir abrasados. Durante las primeras horas se rescataron los cadáveres de nueve mineros, mientras que otros siete resultaban con quemaduras muy graves lo que obligó a su ingreso en el Sanatorio Adaro, en Sama. 

A los nombres y las edades de las víctimas se añadió otro aspecto igualmente estremecedor: el accidente dejó 22 huérfanos.  

 

    Rosalino Vallina con su hijo Rosal en brazos


FALLECIDOS Y SUPERVIVIENTES

El destino tiene numerosos rostros y circunstancias. Uno de los pocos supervivientes de aquella hecatombe fue Rosalino Vallina García (1920-2003), que tenía entonces 29 años y la categoría de picador, quien además de vecino nuestro de La Llave, Güeria de Carrocera, estaba casado con Hortensia, una prima segunda de mi padre, de apellido Castro como él, heredado por sus hijos Rosal y Francisco. 

Poco antes del accidente, el grupo del relevo de las 10 de la mañana, al que pertenecía Rosalino, estaba a punto de terminar su jornada de trabajo en la tercera planta del pozo minero cuando la explosión del grisú le provocó quemaduras muy graves: “Me salvé porque la explosión me pilló de espaldas, colocando una mamposta. Aproveché que se había ido la luz para realizar esa maniobra que acabó salvándome la vida pese a que tenía quemaduras en la espalda, brazos, y parte de la cabeza y la cara. Afortunadamente me encontró un vigilante porque la lámpara de mi casco permaneció encendida pese a estar cubierto por el carbón”


EL DUELO Y LA SOLIDARIDAD


Los entierros de los mineros fallecidos provocaron las habituales manifestaciones de duelo y solidaridad en la cultura minera. Una gran manifestación acompañó al día siguiente, 15 de julio, el entierro de los dos primeros cuerpos recuperados vecinos de Langreo; una segunda comitiva con cinco féretros se dirigió al vecino concejo de San Martin y ya en La Oscura se separaron, tres fueron inhumados en el cementerio de El Entrego, mientras que los dos restantes se dirigieron a la Güeria de Carrocera valle en el que residían. Aún quedaban entonces por rescatarse otros seis cadáveres, al tiempo que fallecían dos de los mineros sacados con vida del pozo pero que habían resultado gravemente heridos.



 
     
La prensa del Movimiento se hizo eco del accidente minero, y los principales responsables políticos franquistas, excepto el entonces ministro de Trabajo, el falangista José Antonio Girón.

 

OTRAS REPERCUSIONES 

El trágico accidente en el pozo “María Luisa” tuvo además otras derivas, sobre todo de carácter musical: utilizando la música del tradicional “Santa Bárbara bendita” pero cambiando la letra, el relato del accidente ocurrido en 1949 acabó convirtiéndose en un himno de muchas luchas mineras con repercusión nacional e internacional.  

Según el historiador Ernesto Burgos, a los cambios en la letra dedicada originalmente a la patrona de los mineros se añadieron dos estrofas más de carácter crítico hacia la dictadura que desde 1939 gobernaba España: “en una se maldecía a los esquiroles, capataces e ingenieros -todos en el mismo paquete- y la otra decía así: 

Franco dijo a los mineros/

hay que picar más carbón/l

los mineros respondieron/

pícalo tú, so cabrón”.

Entre los muchos interpretes que han cantado este himno o que  adaptaron la letra a sus gustos (Traigo la camisa rota, en la mina el Tarancón, Maruxina, etc), destacan la grabación realizada en 1963 por Chicho Sánchez Ferlosio (publicada en un disco editado en Suecia, "Canciones de la nueva resistencia española"), de agrupaciones como el Coro Minero de Turón o el Coro Santiaguín, solistas como Víctor Manuel, Rosa María Lobo, Vicente Díaz, Nacho Vegas, Marisa Valle Roso, dúos como Nuberu, y un buen número de interpretes más en el que se incluyen muchos cantantes de tonada asturiana, desde El Che de Cabaños hasta Silvino Argüelles, pasando por otros como El Tordín de Frieres, Tarín de Sotrondio o Fidel Díaz.

No deja de ser curioso por otra parte que el conocimiento de Asturias, sobre todo para gran parte del movimiento obrero internacional, se vinculase durante decenios a dos hechos nacidos y/o desarrollados sobre todo por mineros de las cuencas:

Primero fue la Huelga General Revolucionaria de octubre de 1934, “La Comuna asturiana” según Albert Camus, escritor nacido en la entonces Argelia francesa, y coautor y director de una obra de teatro radiofónico en la que los cíclopes (los mineros con casco y un foco de luz en su cabeza) salían de las entrañas de la tierra para asaltar el cielo; y luego el ya comentado drama de un derrabe provocado por la explosión de grisú en el pozo Maria Luisa, mina inaugurada en 1858 por la compañía Unión Hullera de Santa Ana, con dinero francés. Camus glosó la épica de los ciclopes y el dinero de capital francés fue la antesala de unos hechos que acabarían convirtiendo una canción dedicada a Santa Bárbara en el himno de los mineros. 



        Dibujo del pozo María Luisa realizado por el artista asturiano Alfonso Zapico

NACIMIENTO, DESPEDIDA Y CIERRE DE UN POZO MINERO QUE HIZO HISTORIA

Sobre los orígenes y el final de esta explotación minera situada a la entrada de la localidad de Ciaño (Langreo), el profesor e investigador Faustino Suárez Antuña recuerda que fue a mediados de la década de 1910 cuando la Sociedad Metalúrgica Duro Felguera, plenamente asentada ya en el negocio hullero, "decide afrontar la apertura de tres pozos verticales de extracción al lado de otras explotaciones mineras de montaña". El primer pozo en ponerse en marcha será "el Fondón, seguido del Sotón, y el tercero había de ser María Luisa". Sin embargo, en 1918, la compañía anuncia el aplazamiento de la instalación y apertura del pozo María Luisa "hasta que las circunstancias sean más favorables y se logre el aumento de población obrera". Añade Faustino Suárez Antuña que "fuese por el fin de la guerra en Europa y la crisis permanente que se instalará en las décadas siguientes, sea también por causas más complejas, lo cierto es que María Luisa no se terminará hasta el año 1943". 

En 1967, junto con el resto de la rama minera de la Duro, el pozo María Luisa pasaría a manos de la empresa estatal HUNOSA, finalizando su actividad extractiva en el año 2016.

Cuando hoy se cumplen 73 años de aquella tragedia que ensombreció una vez más a las cuencas mineras aún sigue el eco de su recuerdo en forma fotos y textos, pero sobre todo de un himno doliente y rebelde, también evocador de un tiempo imborrable. Hay memoria.

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